OFF

No había nada que perder. Nada que ganar. Nada que hacer. Los días se diluían rápido y descendían al abismo. Saltaban a él. Se filtraban por la tierra y se dejaban caer. Los paseos de madrugada no dejaban de crecer. La primavera amenazaba con desaparecer y aún hacía frío poco antes del amanecer. A veces pensaba. A veces pensaba demasiado. Creía ver, creía entender. Pero probablemente se estuviera equivocando. Anclaba su vida al laberinto ajeno a su cerebro, pero nada funcionaba después. Quizá fuese aquello lo que merecía. Apagarse. Apagada. Consumirse lentamente disfrutando y destruyéndose al mismo tiempo con el veneno de su propio cuerpo. Sí, tal vez.


Ólafur Arnalds, Kjurrt